¿Dónde, en el cuerpo, está
ubicada la teatralidad? ¿Cuál es su lugar? En la tradición del teatro
occidental, los ojos y hasta cierto punto, los oídos, son los loci de la teatralidad. Por etimología y
por práctica, un teatro es un “lugar de/para ver”. Ver exige distancia; da
origen al foco o diferenciación; anima al análisis o a separar líneas lógicas;
privilegia el significado, el tema, la narración. La ciencia moderna depende de
instrumentos de observación, de ocularidad: telescopios y microscopios. Las
teorías derivadas de observaciones hechas con instrumentos oculares definen el
continuum del tiempo-espacio. De las franjas supergalácticas al carácter al
carácter infinitesimal de moléculas y sub-átomos, “conocemos” el universo
“viéndolo”. Conocer = ver; velocidad = espacio; distancia = tiempo; historia =
diacronía.
Pero en otras tradiciones
culturales hay otros sitios de la teatralidad. Uno de ellos, la boca, o mejor
dicho, el hocico-vientre-intestino, es el tema de este ensayo. La
boca-vientre-intestino es el sitio del “gusto”, la “digestión” (no saber
mediante el análisis sino “ingiriendo”) y la excreción: el proceso somático-neurológico del
(com)probar-probar, ingerir, separando el alimento del desperdicio,
distribuyendo lo que nutre y eliminando lo sobrante. Éste es el lugar de la
intimidad, la mezcla, la experiencia, la superposición, los gut-feelings (´el saber algo en las
entrañas´), la simpatía o el interés. Una buena comida es un placer; y también
lo es una buena cagada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario